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Este proyecto nació de un deseo y una nostalgia, dentro de una tarde agradable cerca de la playa, dos amigas y muchos sueños, y un par de cafés con leche. Entonces, entonces recordamos aquellas cartas antiguas de papel de hilo y de pluma Parker, esperando al cartero, llenas de esperanzas y prisas, y sueños; bajando las escaleras, saltándonos los escalones de tres en tres para aminorar el tiempo de llegada que generalmente estaba entre los tres días a los tres meses. Cartas manuscritas deseadas, llenas de lágrimas de abuelos y tíos que vivían muy lejos, emigrantes o viajeros; hijos que hacían el servicio militar obligatorio en otras provincias y necesitaban contarle a sus padres, hermanos, novias..., todas las cosas del mundo que de cerca ni se cuentan; cartas con corazoncitos de colores de jovencitos cuyas direcciones venían en «revistas de sociedad» -como se solía decir-y se nos iba el alma con palabras pequeñitas y cariñosas; cartas de «madrinas de guerra», escritas generalmente por mujeres que intentaban hacerles el tiempo más amable a aquellos soldados de las injustas contiendas; cartas de conventos, de amistades que la vida había separado, cartas de todo tipo, cartas y más cartas.
Colección ADOC, vol. 61.
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