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La conversación, como todas las que mantengo con él, fue grata. Enriquecedora. Mucho. Aquella tarde del siete de marzo de no sé ahora bien qué año (2023, quizás?), hablamos por teléfono de no pocos temas: de educación superior (su ámbito) y de educa-ción secundaria (el mío); de cuestiones familiares que el azar quiso que nos emparejaran; de la meteorología de este continente en miniatura que disocia los calores capitalinos de los sureños; de... En fin, de tanto; y, sobre todo, de literatura, por supuesto, aquello que amamos y que nos ama. Aurique surgieron bastantes nombres, títulos y acontecimientos, me quedo con un tiempo, un espacio y una luminosa voz que supo habitarnos y que acabó envolviendo por completo la conversada: última década del siglo XX, Facultad de Filología de la ULPGC, Eugenio Padorno».
I. Yo, testigo. Poco más [17] + II. Todo tan nuevo [29]: II.1. Panorama exouniversitario [29]; 11.2. Panorama endouniversitario [106] + III. Manifiesto poético último (1992) [245]: III.1. La Plazuela de las Letras de 1992 [252]; III.2. Los manifestantes [262]; III.3. La Plazuela de las Letras de 1993 [278] + V. La Plazuela de las Letras (1995-2000) [285] + V. Revistas universitarias (1988-2002) [395]: V.1. Philologica canariensia (1994-) [395]; V.2. Espejo de paciencia (1995-1998) [436]; V.3. El alumnado toma y ofrece la palabra [453]: V.3.1. La voz del grumete (1988) [456], V.3.2. Tiresias (1994-1995) [481], V.3.3. Al margen (1997-1998) [508]; V.3.4. Calibán (1998-2002) [538] + VI. Última generación del milenio (1998) [587] + VII. Es la hora. Voy terminando (2024) [611]
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